Hace un tiempo publiqué una nota Yo no «creo» en la mediación. Hoy sigo sosteniendo lo mismo y  paso a explicar.

Es esa oportunidad sostenía que NO “creo” en la mediación en el sentido que la Real Academia Española da al término : Tener algo por cierto sin conocerlo de manera directa o sin que esté comprobado o demostrado”  (https://dle.rae.es)

Considero que la mediación forma parte de un campo más amplio de estrategias de detección, prevención, gestión, resolución, transformación de conflictos como la negociación, conciliación, facilitación, arbitraje, y tantas otras intervenciones…. Y este campo está construyéndose con aportes de múltiples disciplinas. No es un campo de fé, es un campo científico.

Si se me permite la analogía cuando un médico con algún tratamiento que tiene bases científicas ayuda a curar una enfermedad no lo tomamos como «milagro» o «acto de fe».

En el campo de la gestión de conflictos ocurre algo similar- no porque ellos sean una enfermedad- sino porque las intervenciones de los operadores de conflictos, entre ellos la del mediador no tienen «magia», tienen todo un marco teórico e investigaciones detrás que la sustentan.

Así como- si me me permite volver a la analogía – ante una enfermedad , el médico lo primero que hace es un diagnóstico para pensar el tratamiento. Con los conflictos ocurre lo mismo, primero es necesario hacer el «diagnóstico» para luego determinar cuál es el camino más adecuado para su gestión, entre los que puede aparecer la mediación.

En ocasiones hablamos  de la mediación  sobrevalorando sus alcances, ventajas y posibilidades. Con esto hemos conseguido crear falsas expectativas que luego se vuelven contra la misma.

En ciertos discursos la mediación aparece como ese medicamento «mágico» que sirve para todo y por sobre todo.

Es allí donde se escuchan voces que la pretenden poner por «sobre» otras formas de gestión, menospreciando algunas como el proceso judicial.

Considero que así como un tenedor no es mejor que un cuchillo, porque cada uno sirve en un caso diferente, con los MarcS igual, para cada tipo de conflicto puede haber un proceso que se ajusta más para su gestión.

Por ello hace tiempo también dejé de pensar en algo «alternativo» para pensar en que para cada situación puede haber una estrategia más «adecuada», donde la intervención desde la autoridad es una de ellas.

También cada día me convenzo más en la necesidad de profundizar sobre la materia con la que trabajamos: los conflictos.

Queda en algunos discursos la idea que casi todo puede pasar por mediación que que la misma va a «resolver» problemas más complejos como la congestión de los tribunales.

En el afán de apoyarla la hemos presentado como la panacea y en ocasiones cometer el mismo error que criticamos.

Pasamos de criticar el   pensar el proceso judicial como única forma de gestión de conflictos  a plantear en algunos discursos que  casi todos los conflictos pueden pasar por ella, incluso forzándola a pensar que situaciones de violencia pueden abordarse en ciertos casos.

También hay veces que la presentamos como algo casi mágico donde todo es posible y el trabajo del mediador casi «idealizado» , como un verdadero «Quijote» en la lucha contra los «molinos» de los conflictos , o «apóstol» en la construcción de la paz, casi como un candidato a un «Nobel» de la paz.

Veo mi trabajo y funciones como mediador desde una mirada más «terrenal» y concreta.

Lo veo como un profesional que desde la formación recibida y con el aportes de varias disciplinas tiene herramientas para ayudar a las partes a generar un espacio donde puedan escucharse, analizar los conflictos, evaluar opciones y alternativas, analizar pros y contras para decidir ellas cómo desean continuar.

Es innegable que estas intervenciones pueden contribuir a mejorar la convivencia , la paz y la disminución de los conflictos como efecto secundario

Aunque en lo personal no me considero como un «Apóstol» o «Quijote» ni nada parecido.

Quizá se podrá pensar que es una visión negativa. No lo veo como un campo de fe sino como un espacio científico.

Cierto es que como en todo hay una parte de ciencia y el «arte» de cómo aplicar las intervenciones.

Por eso, yo no “Creo” en la mediación, la APOYO, la PROMUEVO. Me interesa que cada día se construya con cimientos sólidos desde los aportes propios y de otras disciplinas  con base científica que la sostengan junto a los demás procedimientos de resolución adecuada de conflictos y que los mediadores y operadores de conflictos puedan vivir de su profesión. 

Por eso… yo no «creo» en la mediación… ¿y Ud?

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