Por Daniel Martínez Zampa. A diario vemos cómo los conflictos que se dan en los diferentes ámbitos – el educativo no es la excepción- se complejizan cada vez más. Hechos de agresiones, violencia, adicciones.

El docente se enfrenta día a día con nuevas  situaciones  que traspasan los muros de la escuela.

Cuando transciende a los medios alguna situación grave surgen voces que plantean la necesidad del trabajo de la convivencia , construcción de ciudadanía y  nuevas estrategias para abordar los conflictos, entre ellas la mediación.

Ahora bien: ¿De qué hablamos cuando nos referimos a la mediación educativa o escolar?

Quisiéramos insistir en  que la mediación no es una “tabla de salvación” que solucionará mágicamente los problemas de convivencia en las instituciones, tampoco se agota en “enseñar a mediar” a los alumnos ni aplicar una “receta”.
Es frecuente escuchar frases como: “en esta escuela se necesita un mediador”, “necesitamos un mediador que nos solucione este o tal tema”. O “como tenemos problemas de convivencia vamos a implementar un proyecto de mediación entre pares”.
El mediador no es una especie de “héroe” que llegará y “resolverá” los conflictos.
El mediador, la mediación  y  la negociación pueden aportar un espacio distinto para pensar los conflictos desde otra perspectiva y para pensar en que muchas veces las mismas partes tienen el poder  y las herramientas para gestionarlos y resolverlos. La mediación “devuelve” el poder que las partes tienen para encontrar las soluciones.

También en ocasiones se dicen frases como “yo siempre estoy mediando entre los alumnos” o desde un cargo directivo “yo siempre medio entre los colegas”. De hecho constantemente desde el docente , directivo, supervisor  se están realizando “Actividades de mediación”, aplicando las herramientas de la mediación en el trabajo diario.

Hace ya tiempo en un congreso escuché a un colega diferenciar las “actividades de mediación”  de las “Instancias de mediación”.

En las primeras  se utilizan estrategias para “mediar”, muchas veces desde un lugar de poder (del adulto o desde el cargo) y que nosotros llamamos esto “aplicar la mediación y la negociación a la práctica diaria”. Estas “actividades de mediación “ son las que muchas veces permiten que los conflictos no escalen.

La segunda denominación “Instancias de mediación” la reservamos para un procedimiento  ante un mediador con una formación específica que fundamentalmente no se encuentra en un lugar de poder en relación a las partes, pero mantiene el poder sobre el procedimiento, nosotros llamamos a esta instancia “mediación formal”. Esto permite abrir nuevas  posibilidades de abordaje de los conflictos.

Dentro de las instituciones educativas podemos diferenciar también dos ámbitos de trabajo diferentes pero relacionados. El primero; lo que conocemos como “mediación entre alumnos pares” y el segundo “mediación entre adultos“.

La mediación entre pares tiene un claro contenido pedagógico, el fin de la  misma es que los alumnos puedan adquirir herramientas para enfrentar de manera eficaz y constructiva los desafíos de la vida cotidiana. Por ello no sólo debe limitarse a formar alumnos mediadores sino a trabajar herramientas de negociación entre los mismos. La Organización Mundial de la Salud denomina estar herramientas como “Habilidades sociales o Habilidades para la vida” y comprenden  el pensamiento crítico y creativo, la comunicación eficaz, habilidad para establecer y mantener relaciones interpersonales, capacidad para tomar decisiones, conocimiento de sí mismo, manejo adecuado de las emociones y la tensión, capacidad de empatía y para la resolución de conflictos.

Por su parte la mediación entre pares también se  encuentra estrechamente relacionada con la educación en valores, la educación para la paz, la convivencia y la construcción de ciudadanía. No se trata de hacer un taller o incluir contenidos, sino pensar cuál es el ejemplo que como adultos y sociedad le estamos dando a nuestros  jóvenes.

El otro ámbito de trabajo en las instituciones es la creación de espacios de mediación que puedan complementar los ya existentes para el abordaje de los conflictos que se dan entre otros actores institucionales. El clima institucional incide en la calidad de la enseñanza y en los alumnos.

Debemos tener presente que conflictos hay y habrá siempre en las instituciones pero el “clima” y la “salud” institucional dependerá de cómo se aborden. Pero este abordaje requiere de un trabajo a nivel institucional que permita detectar en forma temprana los conflictos para abordarlos sin taparlos ya que lamentablemente muchas veces  cuando estallan con consecuencias graves en las instituciones son producto de procesos que en su camino dieron signos de alarma que no fueron tenidos en cuenta o  producto de la presión que ejerce la acumulación de situaciones no abordadas a tiempo o en forma adecuada.

En este marco de complejidad creciente la mediación educativa con esta mirada más amplia  puede aportar a las instituciones herramientas que para abordar los desafíos actuales.

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