Los  titulares con frecuencia reflejan llamados al diálogo frente a los conflictos Públicos en los diferentes ámbitos.

Llamados que se producen cuando los mismos han escalado a niveles casi destructivos.

Ante ello cabe la pregunta si existe un verdadero interés en el mismo o se lo utiliza como una forma de ganar tiempo , desescalar  conflictos que no fueron reconocidos o gestionados oportunamente y  cuando éstos se salen de control o como simples «slogans publicitarios» (como me lo apuntó una colega) para demostrar que existe «buena voluntad».

Esto me recordó un una columna publicada en Diario Norte del Chaco  hace ya  tiempo titulada “Apagar incendios “ en la que el Sr. Eduardo López  se refería a los conflictos públicos  en nuestra provincia y  las dificultades y costos de enfrentarlos en forma rápida o no anticiparse a los mismos buscando soluciones.

Existe una ilusión que “los conflictos se resolverán solos con el tiempo”, pero la realidad es que en la mayoría de los casos se produce el fenómeno de la escalada, la proliferación y el contagio que “sorprende” a quienes tienen facultades de decisión en los diferentes ámbitos.

Una dificultad que se observa en quienes están en lugares de poder es la de tomar conciencia de  los conflictos, en general los “vemos” cuando  han recorrido un largo camino y escalado, por lo que, soluciones que en su momento podrían haber sido posibles ya  no son posibles. Este obstáculo se ve alimentado cuando quienes tienen el poder de decidir se rodean de un “séquito” para que le diga sólo lo que quiere escuchar y cualquier voz en disidencia es acallada.

Podemos recurrir a la comparación con una pequeña infección a la que no se le da importancia hasta que ha tomado parte importante del cuerpo y , lo que podría solucionarse con una simple limpieza de la zona infectada con posterioridad requiere un tratamiento más costoso con antibióticos o quirúrgico.

Aunque muchas veces quienes tienen poder de decisión se “sorprenden” por el curso que toman los acontecimientos, los conflictos en general, y los públicos en particular poseen una secuencia que está estudiada y explicitada por los especialistas, por lo que es posible predecir el curso de los  mismos.

Por otra parte, se habla de diálogo apuntando al otro como «culpable» sin pensar la responsabilidad de cada uno en la escalada de los conflictos.

Analizando los conflictos que hoy afectan a nuestra sociedad en diferentes niveles  podemos ver que los mismos siguen los patrones que los especialistas han estudiado y consideran posible predecir.

Tener en cuenta los estudios realizados nos permitiría tomar a tiempo muchos conflictos que comienzan con un problema que puede ser resuelto fácilmente pero crecen lejos de la solución si no son tratados a tiempo. También sería posible predecir qué es lo que ocurrirá si no es gestionado a tiempo y diseñar estrategias que logren abordarlos de la manera más adecuada, para luego no verse “sorprendidos” por las consecuencias y por sus costos, muchas veces pagados por la comunidad toda.

Pero para ello se requiere establecer una verdadera política pública en  Prevención y gestión de conflictos, que contemple  la formación de quienes tienen facultades de decisión en los diferentes ámbitos  en estos temas y la creación espacios legitimados para la construcción de los consensos y el diálogo  – entre ellos la mediación y  la facilitación- tan necesarios en estos momentos.  Desde diversos encuentros nacionales e internacionales en los que he tenido la posibilidad de participar se viene bregando por el trabajo en estas líneas.

Así como muchos incendios pueden prevenirse, también es posible generar una política de prevención y gestión de los conflictos en general y los públicos en particular para que estos no escalen a niveles peligrosamente destructivos y las partes logren satisfacer sus necesidades. Para ello, tal como lo sostuvo en su oportunidad en la columna de NORTE el Sr. Eduardo López se requiere entender que “produce mucho menos desgaste y contribuye a estar en armonía estar atentos y anticiparse a los acontecimientos para no tener que salir a apagar incendios”. Debemos tener presente el sabio refrán: “más vale prevenir que curar”.

Para ello es necesario habilitar el verdadero diálogo, generando las condiciones para el mismo se desarrolle, con la idea de escuchar al otro, de reconocer al otro como otro y no con la lógica binaria de “amigo-enemigo” , “oficialista-opositor”, etc.

Los momentos actuales demandan trabajar en esta construcción, que, como todo proyecto requiere profesionales que lo proyecten, cimientos firmes en qué avanzar y formar desde todos los niveles en el mismo.

Desde algunas Universidades se está trabajando en el área, como en la cátedra de Taller de Resolución de Conflictos Colectivos de la Lic. En Ciencias Políticas de la Uces de la cual soy titular, en la Sede Resistencia.

También los operadores de conflictos debemos estar alertas para no ser funcionales a aquellas situaciones donde el verdadero diálogo no interesa, sino lo que se busca es mantener el statu quo bajo una apariencia de demostrar predisposición y voluntad hacia el mismo.

Frente a los llamados al diálogo que con frecuencia encontramos me pregunto: ¿Interesa realmente o es sólo una excusa?

¿Qué opinan colegas?

DANIEL F. MARTINEZ ZAMPA
MAG. EN ADM. Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS.
Prof. titular cátedra: Taller de Resolución de conflictos colectivos.
Lic. en Cs. Políticas. UCES- SEDE RESISTENCIA- CHACO.

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