Por: Rafael Juarbe Pagán (1)
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Ante mi fogosa opinión en un tema vinculado al país, un gran amigo me respondió: “tendré que visitarte a Utuado para convencerte y escojas estar del lado correcto de la historia”.
Mi respuesta inmediata fue: “la visita será bien recibida siempre, pero con más amor si la agenda cambia de querer convencerme a querer escucharnos”.
Una risa sosa mostraba un poco de pasme momentáneo. La visión de aquel comentario se asemeja a la actitud asumida por frases como: “lo que yo dije”, “lo que yo decía”, “si me hubieran hecho caso”, “yo digo las cosas como son cueste lo que cueste”; partiendo de que nos corresponde a cada quien la verdad y predicarla espera del otro que sea acatada.
Hay escenarios donde sentimos dominar temas o donde el sentido común nos impone verdades de que aceptar visiones diferentes resulta muy difícil. Nos comprometemos tanto con una mirada de la vida, que anteponemos conclusiones a premisas y vemos desenlaces desde la óptica de justificar nuestro paradigma de la vida.
Modificarlo cuesta. Convivir con el pensamiento del otro es todo un reto. Quizás el reto más grande de la historia humana, máxime si requiere que reevaluemos el nuestro. Claramente, no podría escribir un artículo que intente invitar a tolerar y aceptar la diversidad, sino estoy dispuesto a modificar la mía. Por ello, intento adoptar como ley de vida aquella frase de Muhamed Alí, de que: “un hombre que piensa a los 50 años igual que a los 25, ha perdido 25 años de su vida”. Es un ejercicio continuo de pretender escuchar, no con la tentación y el desespero de que acabes tu punto para rebatirlo y sí para entenderlo, y desde ahí crear conocimiento nuevo, en un acercamiento de comprensión y no de debate.
Mi experiencia la expongo sin otra pretensión que provocar que estemos abiertos al cambio de pensamiento como paso necesario para convivir con quienes opinen diferente. Lo más curioso de la conversación a la que hice referencia al inicio es que siento coincidir con mi amigo más que con quienes a diario él comparte o con quienes comparto yo. Pero una extraña ilusión nos posiciona en percepciones diferentes.
Me encantaría sentir que la conversación más intensa de lo que me quede por vivir sea con quienes no se parezcan tanto a mí para poder profundizar sobre opiniones y diferencias, haciendo del lenguaje un instrumento ideal para un diálogo de comprensión que nos mueva de siempre querer enseñar a siempre querer aprender.
Lcdo. Rafael A. Juarbe Pagán. Abogado con Diplomado de Suficiencia Investigativa del Programa de Sociología del Derecho de la Universidad del País Vasco. Ha sido profesor universitario a nivel graduado y sub-graduado. Mediador Certificado y Tallerista Primario en cursos de mediación, arbitraje y negociación de Conflictos. Galardonado con varios reconocimientos por su trabajo como docente, en particular por el desarrollo de programas comunitarios en Puerto Rico alcanzando bajo su dirección en el año 2009 el premio de programa académico de mayor impacto comunitario por el proyecto de organización trabajado en la Comunidad El Maní de Mayagüez. Fue Secretario Auxiliar de Relaciones Exteriores del Departamento de Estado de Puerto Rico. Fue Director Ejecutivo de la Comisión Mixta Bilateral entre Puerto Rico y República Dominicana, Colombia y Perú. Dirigió el programa de Organizaciones No Gubernamentales y del Voluntariado del Gobierno de Puerto Rico. En la actualidad se desempeña como abogado en una práctica enfocada en el derecho laboral y civil.