Por: Rafael Juarbe Pagán
E-MAIL: rafaeljuarbepagan@gmail.com

En nuestra sociedad actual, los conflictos son inevitables, pero ¿qué sucedería si pudiéramos enfocarlos desde una perspectiva neurocognitiva que nos permitiera ser más empáticos y constructivos? Aquí exploraremos cómo reeducar nuestra mente para adoptar un nuevo enfoque en la resolución de conflictos, desarrollando una conciencia que nos lleve a una alternativa más saludable y autónoma.

Para comprender mejor cómo lograrlo, es importante definir el término «neurocognitivo». En resumen, se refiere a la intersección entre los procesos cognitivos (pensamiento, percepción, memoria) y los procesos neurobiológicos (sistema nervioso, cerebro). En el contexto de abordar conflictos, el enfoque neurocognitivo implica comprender cómo nuestras funciones cognitivas y procesos neurológicos influyen en nuestras respuestas y comportamientos en situaciones de conflicto.

Al reeducar nuestra mente desde una perspectiva neurocognitiva, trabajamos para modificar nuestros patrones de pensamiento y emociones arraigados en momentos de conflicto. Esto implica desarrollar la conciencia de nuestras reacciones y respuestas automáticas, y luego entrenarnos para adoptar una respuesta diferente. Así podemos cambiar nuestra percepción de los conflictos.

La reeducación de nuestra mente consta de tres etapas claves: cognitiva, asociada y autónoma. Estas etapas nos ayudarán a modificar nuestra forma de abordar los conflictos de manera más efectiva y empática.

En primer lugar, la etapa cognitiva implica comprender y modificar nuestros patrones de pensamiento. Frente a un conflicto, a menudo reaccionamos defensiva o confrontativamente. Sin embargo, al reeducar nuestra mente, podemos desarrollar la conciencia necesaria para reconocer estos patrones automáticos y desafiarlos. Esto implica cuestionar suposiciones, examinar creencias y fomentar una mentalidad de crecimiento y apertura.

La siguiente etapa es la asociada, donde establecemos un nuevo paradigma en nuestra percepción de los conflictos. En lugar de verlos como amenazas u obstáculos, comenzamos a considerarlos como oportunidades para el crecimiento personal y la mejora de las relaciones. En este cambio, nos esforzamos por comprender las perspectivas de los demás, practicamos la empatía y desarrollamos habilidades de comunicación efectiva. Así establecemos conexiones más profundas y construimos relaciones más sólidas.

Finalmente, alcanzamos la etapa autónoma, donde abordamos los conflictos de manera independiente. Al enfocarlos desde una perspectiva neurocognitiva reeducada, nos acercamos a cada situación sin temor ni confrontación, sino con una mentalidad abierta y curiosa. Nos dedicamos a comprender las perspectivas de los demás, practicamos la empatía y desarrollamos habilidades de comunicación efectiva. Además, buscamos soluciones mutuamente beneficiosas a través de la resolución colaborativa de problemas.

Reeducar nuestra mente desde una perspectiva neurocognitiva nos brindará la oportunidad de abordar los conflictos de manera adecuada. A través de las etapas cognitiva, asociada y autónoma, podemos modificar nuestros patrones de pensamiento arraigados, establecer un nuevo paradigma y desarrollar habilidades que nos permitan abordar los conflictos de manera más efectiva. De esta forma, construimos relaciones más saludables y contribuimos a que un abordaje de conflictos sea una forma natural de ser.

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