Por Graciela Covello.
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Espejito, espejito……dime quien es el profesional más preparado, avezado, con más experiencia y mejores ideas en mediación que hay en todo el mundo?”…. y los que me conocen a esta altura dirán que la persona que hace esa pregunta, soy YO.
Es que toda vez que puedo, y obviamente por ego, hablo de mí.
Y es que tan identificado lo tengo, que lo puedo ver y ajustar, y es tan grande que lo tengo que patear para que me deje avanzar.
Sin embargo, y asombrosamente, no me refiero a mí- con los aislamientos que se ha dispuesto por la Pandemia del COVID-19 , las personas y en especial en cada profesión, se han dispuesto a utilizar todos los medios y dispositivos electrónicos para mantenernos conectados, reunidos, dispuestos a mantenernos activos y en movimiento.
Como saben me detengo en particular a lo que me apasiona, que son los gestores de conflictos, los profesionales que se dedican a trabajar por una solución consensuada de los conflictos interpersonales.
Dicho esto, dentro de las herramientas y ejercicios fundamentales de estos profesionales, se lucen como imprescindibles, la EMPATIA y la ESCUCHA ACTIVA.
En razón de lo que ya les vengo comentando en el texto, las nuevas condiciones mundiales han hecho que nos reunamos en muchísimos (y cuando digo muchísimos ya perdí la cuenta) grupos de trabajo e información, en fin grupos de whatsApp.-
Si vamos a la Info de ellos tienen una serie de fundamentos y reglas que se leen maravillosos, y no solo dan ganas de estar, sino dan ganas de pertenecer.
Pero basta un tema conflictivo y toda la escucha activa y a empatía que tanto mentamos, se escurre violentamente tras una serie de comentarios personalísimos, y sin necesidad de ser experto en la comunicación, en todo un texto para realmente decir otra cosa.
Y el LENGUAJE ASERTIVO Y CLARIFICANTE, se fue por un drenaje abstracto que sigo buscando cada vez que trato de interpretar esos mensajes.
Y luego como si estuviera en mi laboratorio, decido dejar de pensar que es un grupo de trabajo o información, me pongo a leer simples comentarios como de simples personas, tratar de entender que es lo que me quieren decir, cuál es su verdadero interés, porque estamos inmersos en esta pseudo reflexión de introspección que nos han vendido como necesaria en tiempos de aislamiento, y al final lo que aparece es un interior lleno de rabias y enojos sin expresarse como se debe.
Enmascarados en un deber ser, que estamos convencidos que es lo mejor, pero que eso no nos transforma, aunque de alguna manera queremos hacer creer al mundo que así es.
Este es el punto a donde quiero ir.
Cuando me enfrento a ese espejito le pregunto si soy la más linda porque quiero que me engrose el ego, O PORQUE TENGO TANTAS INSEGURIDADES QUE NECESITO QUE ALGUIEN ME RECONOZCA Y ME LEGITIME? .
Decir todos o ninguno, ya hemos expresado en otros textos, que es demasiado y no enuncia exactamente lo que busco decir.
Lo que estoy intentando transmitir es la idea que a veces tenemos más una postura de cómo queremos que nos vean, que una verdadera posición de ser.
Algo así como que mientras me vean como un mediador deberé hablar con palabras suaves, mostrarme comprensivo, ser empático y estar atento a las emociones de los demás, reinterpretar las necesidades que manifiesta para obtener una clara visión de sus necesidades y entonces comprender y comprender…. Pero de mis frustraciones y enfados…., al parecer , si entendí todo lo que estudie no debería enojarme, debo comprender y superar esas barreras emocionales que me hacen perder de vista lo esencial, comprender al otro.
Aquí aparece nuevamente la otredad como un valor, pero ese valor esta internalizado de forma que nos es natural, o solo lo debemos respetar y hasta poner en funcionamiento por convencionalidad, y aún más torturante, por la mirada del otro.
Que tanto nos mellan las críticas, negativas o no, constructivas o no.
Que tanto nos han programado a escucharlas y tenerlas en objetivo de tal forma que nos mueven a impulsar esos monstruos internos, que aunque no queramos, aparecen en sutiles ironías y espasmos histéricos de solapada bronca.
Cuando trabajo con conflictos suelo ventilar las emociones de forma tal que si alguien necesita gritar, insultar, lo dejo. Es un riesgo muy grande, sin embargo considero que es peor obligar a las personas a contener sus emociones hasta que exploten en su interior, como implosión de estiércol, contaminando al final todo lo que siga por expresar.
Esto tampoco es diferente con nosotros. Hablar con una tonalidad de voz que no es la mía, manifestar casi con una tranquilidad que no me es innata, toda una frase o discurso, y fundamentalmente no enojarme.
No hablo de mi trabajo, hablo de mi persona. Es tanto el esfuerzo de mostrar que entendí como debo ser en mi trabajo como gestor de conflictos, que a veces debo impostar una actitud que no es mi natural.
Hasta aquí no sería más que una situación de conflicto intrapersonal, trabajo para mi sicólogo. Lo que me preocupa y se ha puesto de manifiesto en estos tiempos de encierro, es que los enojos y frustraciones se desbordan (recuerdan el estiércol?) y se expresan con un grado de violencia que se sienten aun en los textos. Y es dable preguntarse qué tan bueno es? para mi es genial. Porque somos humanos y todas las emociones son expresiones orgánicas de nuestros sentimientos, reacciones mentales que por más que las entrenemos, siempre tendrán más contenido y sustancia en nuestra historia que en nuestra formación académica.
Allí entra esta idea que me hace pensar , y hasta a veces desvelarme, y es si tomamos contacto real con esta nuestras emociones, y nos expresamos con naturalidad, o agarramos el espejito y tratamos de vernos como queremos que nos vean los demás. La mirada del otro. En mi laboratorio lo que descubro como análisis en un campo estéril es que vendemos lo que no hemos comprado, porque ni siquiera está en venta.
Para ser un buen gestor de conflictos no tenemos que mirarnos en un espejo para averiguar que tan buenos profesionales somos, tenemos que mirarnos en los ojos del que nos habla para ver que tan buenas personas somos, para luego ejercer como buenos profesionales.- Esa es mi humilde mirada. Quizás así, sin tratar de quedar bien en un reflejo, y siendo completamente sinceros, aun con nuestras peores miserias, seamos más útiles a los que nos necesitan.
Seguramente hasta será más fácil el trabajo que nos toca. No prometo excelentes resultados, pero prometo que nuestras mentes estarán más tranquilas y descansadas para pensar en mejores intervenciones, que en lindas intervenciones.-
Y si a alguien le sirve esta reflexión, cuando esté enojado, no deberá pedir permiso para escribir su enojo, y hasta me atrevo a decir que ni siquiera lo expresara en los mismos términos. Ya no necesitare un espejito, solo al otro para que me escuche, porque también debo ser escuchado, no solo escuchar. Y con esto enfrente, seguramente expresare todo eso que me sucede en términos menos violentos, porque el estiércol ya lo libere en otro lugar….. o por lo menos es lo que les deseo a todos , y aquí si digo TODOS.