Este título encabeza una nota publicada en el Boletín Salesiano hace muchos años (marzo de 2011) referida al debate en torno a la baja de imputabilidad de los menores.

Esta frase me vuelve a resonar cada vez que escucho quejas de los adultos en relación con los jóvenes y sus actitudes o ante hechos protagonizados por ellos que son noticias en los medios.

Frecuentemente escuchamos frases tales como : “no quieren asumir responsabilidades, estudiar, trabajar… son violentos, no respetan las normas… etc. etc.

Sin embargo nos cuesta reconocer que ellos muchas veces nos están devolviendo – como en un espejo –  las imágenes y ejemplos que como adultos les estamos dando.

También en ocasiones no hacen sino llamar nuestra atención para que, como adultos, volvamos a mirarlos y tomar el lugar que nos corresponde y al cual algunas veces hemos renunciado por “estar ocupados”, “muy preocupados” o no saber cómo hacerlo.

Valga esta pequeña reflexión para que volvamos a mirar y “ver” a nuestros jóvenes y antes de engancharnos con  quejas y buscar un «culpable» pensemos  si no están haciendo otra cosa que devolvernos lo que les estamos dando. 

Queda pensar qué podemos hacer desde nuestro lugar de adultos para empezar a modificar esta situación.

Un primer paso tiene que ser cómo manejamos nuestras emociones, cómo enfrentamos y gestionamos los conflictos, cómo nos relacionamos con el otro, qué hacemos con quien piensa o actúa diferente.

Para finalizar sugiero ver el siguiente video ya que una imagen muchas veces vale más que mil palabras.

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