DANIEL F. MARTINEZ ZAMPA
-Abogado -Mediador- Conciliador laboral- Magíster en Adm y Res. De conflictos. Prof. En Ciencias Jurídicas.
Con frecuencia los mediadores nos centramos en las posibilidades de la mediación y en ocasiones quizá en forma errónea damos la idea que la misma puede ser utilizada casi para cualquier situación.
Creo que, si queremos poner a la mediación en su justo lugar- y de esta manera fortalecerla- tenemos que poner la mirada en sus límites que están más allá de los que habitualmente mencionados, que son las cuestiones excluídas por la ley.
En tal sentido me tomo el atrevimiento de seguir las ideas que plantean Patricia Aréchaga, Florencia Brandoni y Andrea Finkelstein en su libro “Acerca de la Clínica de la Mediación Relato de Casos” (Librería Histórica SRL, Buenos Aires 2004), en las que analizan entre sus límites aquellos que surgen del propio mediador: la capacidad para escuchar e interpretar el conflicto y no poder poner distancia del caso.
Me parece un tema interesante para reflexionar ya que completar la formación en mediación es un primer paso para SER mediador, el conocer las herramientas nos lleva a replantearnos en forma personal qué hacemos con los conflictos, cómo los abordamos, de cuáles podemos poner distancia y de cuáles no, qué pensamos de ellos en nuestra vida personal.
En tal sentido, en ocasiones en algunos cursos de formación en mediación colegas refieren que les parece muy interesante y útil lo que han visto, pero que no se sienten preparados aún para intervenir como mediadores ya que toman que deben trabajar la escucha, el permitir a las partes su propia definición del conflicto y en ocasiones sostienen que existen determinados temas que consideran no podrán mediar porque no podrán poner distancia de los mismos.
Creo que lograr que quienes se forman como mediadores puedan pensar en estos límites personales para trabajarlos, más allá de los contenidos conceptuales, es un desafío en toda formación.
Tomar conciencia de los límites personales nos llevará a pensar que completar la formación en mediación es un punto de partida y no de llegada, que nos deja el desafío de trabajarlos y seguir formándonos y reconocer también cuándo estos no pueden ser superados ya que es preferible apartarse de una mediación (más allá de las causales de excusación) cuando no nos sentimos con recursos personales para ayudar a las partes a transitar el camino de evaluar posibles caminos pasa salir de sus diferencias.