Desde hace más de 35 años que vengo transitando el campo de la educación y en todos estos años he pasado por planes, proyectos, ofertas de capacitación docente donde se ha puesto el eje en la mayoría de las veces en la planificación, los proyectos, estrategias, contenidos….

Sin embargo, en pocas ocasiones se ha tomado real conciencia y trabajado sistemáticamente sobre la convivencia y el clima institucional como “telón” de fondo que impacta en las prácticas educativas.

Y esto es esencial ya que las instituciones son espacios donde docentes y alumnos deben convivir varias horas diarias. Relaciones que además se extienden a familias y entorno.

Este espacio de convivencia también abre la posibilidad de conflictos, que, cuando no tienen canales adecuados para su reconocimiento y gestión pueden derivar en situaciones que afecten el desarrollo tanto pedagógico como institucional o en hechos de agresiones y violencia que afecten la calidad de la educación.

Como venimos sosteniendo hace tiempo se requiere visualizar la importancia de la convivencia y el “clima” institucional que se manifiestan como silencioso telón de fondo de todas las prácticas docentes, más allá de las urgencias de lo cotidiano y los contenidos conceptuales a desarrollar.

Con frecuencia, el tema de la convivencia, la prevención y gestión pacífica de conflictos entra en la «agenda» institucional o política cuando ocurre algún hecho grave que trasciende, generando una movilización con acciones que buscan imposibles impacto inmediato y que luego no se sostienen sistemáticamente en el tiempo.

Mejorar la calidad de la educación, -además de organizar, planificar, coordinar, repensar las prácticas docentes e incorporar nuevas tecnologías- requiere tener una mirada pro activa sobre la calidad relaciones que se dan entre los actores institucionales y trabajar activamente en el reconocimiento, prevención de algunos conflictos y el abordaje temprano de aquellos que no pueden ser prevenidos.

Es el caso que el docente enfrenta día a día situaciones más complejas que cuando no tienen canales adecuados de gestión genera nuevos focos de estrés y tensión que llevan a enfermedades y ausencias entre otras consecuencias y se incide en la calidad de la educación.

Pensar en mejorar la calidad implica también considerar al docente, cómo impacta estar en un lugar donde con frecuencia es deslegitimado, desautorizado, donde se ha roto hace tiempo la alianza familia- sociedad y escuela

Debemos tener presente que conflictos hay y habrá siempre en las instituciones, pero el “clima” y la “salud” institucional dependerá de cómo se aborden.

Pero este abordaje necesita de un trabajo sistemático y permanente a nivel  del aula e  institucional que incluya al sistema educativo en su totalidad   promoviendo la convivencia pacífica y  detectando  en forma temprana los conflictos para abordarlos sin taparlos ya que lamentablemente muchas veces  cuando estallan con consecuencias graves en las instituciones son producto de procesos que en su camino dieron signos de alarma que no fueron tenidos en cuenta o  producto de la presión que ejerce la acumulación de situaciones no abordadas a tiempo o en forma adecuada.

Las investigaciones realizadas dan cuenta de cómo el conflicto “desgasta” al docente, interfiere en el trabajo y calidad de la educación, así como la necesidad de construir, revisar y actualizar los acuerdos de convivencia dan fondo a todas las prácticas educativas.

En este marco de complejidad creciente es necesario tener una actitud pro activa desde todos los niveles del sistema educativo promoviendo la convivencia en lo cotidiano poniendo el eje en la construcción de la paz y contando con herramientas como la negociación y la mediación que pueden aportar a las instituciones estrategias de prevención y gestión de conflictos que amplíen aquellas que las mismas a diario utilizan en pos de una mejora del clima institucional y del aula y, por ende, de la calidad de la educación.

La Provincia del Chaco fue pionera al tener la primera ley de mediación Escolar del país, sancionada en abril del añ0 2000, donde, se proponía trabajar junto a la convivencia, la prevención de la violencia estrategias áulicas e institucionales para reconocer y abordar los conflictos, trabajar las emociones, lo que hoy llamamos “inteligencia emocional”, la empatía, el reconocimiento del otro, la responsabilidad en la toma de decisiones y habilidades de comunicación entre otras.  Ley que aún sigue vigente, aunque desde el año 2006 se dejó de aplicar sistemáticamente.

El desafío es grande… tenemos las herramientas y los hechos cotidianos nos muestran la necesidad de ello y continuar este camino a partir del reconocimiento de la importancia de la convivencia y los climas como telón de fondo de todas las prácticas educativas.

¿Qué piensan colegas? Reconocemos a diario la importancia de la convivencia y los climas áulicos e institucionales como telón de fondo de nuestras prácticas?
¿Cómo influyen en lo cotidiano? ¿Será tiempo de incluir estas temáticas formalmente en la formación inicial y continua docente?

MAG. DANIEL MARTINEZ ZAMPA
Publicado en portal TODO SOBRE MEDIACION
Coordinador de la Lic. en Gestión de la Mediación Educativa.
UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN DEL URUGUAY

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