Por Daniel Martínez Zampa*. Nuevamente los medios de comunicación nos ponen frente a hechos de violencia en las escuelas, en este caso con ataques hacia los profesores. Cuando ocurre este tipo de situaciones lo primero que se hace es buscar al “culpable” y desde los ámbitos de decisión seguramente se diseñarán acciones para que los equipos técnicos salgan disparados hacia las escuelas como cuando se “·patea un hormiguero” y al poco tiempo desaparecerán porque no pueden sostener el trabajo en el tiempo.
Estas intervenciones que de alguna manera dejarán la sensación que “algo se está haciendo”, pero sólo son “parches” de dudosa efectividad.
Mientras se sigan viendo los hechos aislados sin preguntarse por las causas y el significado de esos actos no se podrá hacer una intervención efectiva. ¿Qué nos están pidiendo los jóvenes a los adultos con esos actos? ¿Qué alianzas deberemos reconstruir los adultos frente a los jóvenes? ¿Cómo recuperar la autoridad en las instituciones cuando los docentes son permanentemente desautorizados y deslegitimados en muchas ocasiones por los padres y hasta por el propio sistema educativo?
Preguntarse por el significado y el contexto del acto violento no significa “justificarlo” sino intentar comprender su sentido para buscar la manera más adecuada de abordaje.
¿Estamos dando los adultos el ejemplo revalorizando la palabra y el diálogo como forma de plantear las diferencias?
El abordaje de estas cuestiones requiere entender que estamos ante procesos y que no existen soluciones mágicas. Existen programas en los diferentes ámbitos de los cuales seguramente ahora las autoridades se acordarán. El trabajo de los equipos técnicos es valioso, sin embargo, mientras no se incluyan estas acciones en una verdadera política pública en prevención, gestión, resolución de conflictos, generación de consensos y convivencia, seguiremos con “parches” de dudosa efectividad.
Estas intervenciones que de alguna manera dejarán la sensación que “algo se está haciendo”, pero sólo son “parches” de dudosa efectividad.
Mientras se sigan viendo los hechos aislados sin preguntarse por las causas y el significado de esos actos no se podrá hacer una intervención efectiva. ¿Qué nos están pidiendo los jóvenes a los adultos con esos actos? ¿Qué alianzas deberemos reconstruir los adultos frente a los jóvenes? ¿Cómo recuperar la autoridad en las instituciones cuando los docentes son permanentemente desautorizados y deslegitimados en muchas ocasiones por los padres y hasta por el propio sistema educativo?
Preguntarse por el significado y el contexto del acto violento no significa “justificarlo” sino intentar comprender su sentido para buscar la manera más adecuada de abordaje.
¿Estamos dando los adultos el ejemplo revalorizando la palabra y el diálogo como forma de plantear las diferencias?
El abordaje de estas cuestiones requiere entender que estamos ante procesos y que no existen soluciones mágicas. Existen programas en los diferentes ámbitos de los cuales seguramente ahora las autoridades se acordarán. El trabajo de los equipos técnicos es valioso, sin embargo, mientras no se incluyan estas acciones en una verdadera política pública en prevención, gestión, resolución de conflictos, generación de consensos y convivencia, seguiremos con “parches” de dudosa efectividad.
¿Qué opinan colegas? ¿Cuál es su realidad?
* El autor es Abogado- Mediador- Magister en Adm. Y Resolución de Conflictos. Coordinador EICAME- Centro de Abordaje de los Conflictos. Ha dictado cursos, talleres, conferencias en Argentina, España, México, Ecuador, Panamá, Puerto Rico, Uruguay, Paraguay, Chile.