Comparto algunas reflexiones escritas ya hace muchos años, a raíz de colaborar con la organización del acto escolar por una fecha patria, cuando, revisando y buscando materiales, recordé una canción de Cacho Castaña “Septiembre del 88”.

 Quizá para las nuevas generaciones no tenga un significado especial, pero, para quienes, con unos años a cuesta, hemos vivido las frecuentes crisis políticas y económicas, esta canción tiene un significado particular que podemos relacionarlo con lo que ya hace muchos años estamos viviendo en nuestro país.

Cuando me reencontré con esta canción me llegó en particular ya que plantea dos posibles actitudes frente a la crisis: nos quedamos en la queja y nos abatimos o nos ponemos a trabajar juntos para salir adelante.

Luego de más de 200 años de la gesta de un grupo de hombres que – más allá de sus intereses personales, sus defectos y virtudes – se atrevieron a pensar un futuro diferente en un momento difícil, nos cabe la obligación de pensar qué hacemos nosotros hoy frente a la crisis. ¿Nos quedamos en la queja y el abandono o buscamos salir adelante haciendo lo mejor que podemos el trabajo que nos toca?

Tal como dice la canción “juntos podemos salir adelante”, pero para ello debemos “acordar” para dónde queremos ir ya que cada uno tiene su propio “adelante”. Pero para encontrar ese “adelante” común” se requiere generar espacios de diálogos y consensos.  Y una vez que llegamos a los acuerdos cumplirlos revalorizando la ley como forma perfectible y necesaria para la vida en sociedad.

Diálogos y consensos que, pese a estar en la boca de todos  los sectores no son puestos en práctica.

Hablar de diálogo implica escuchar, y escuchar no sólo al que piensa igual, sino fundamentalmente al que piensa distinto y respetar las diferentes opiniones. 

A diario vemos los conflictos que suceden, muchos de ellos por no sentirse las partes escuchadas. Pero lo que es más grave, esto genera la idea que la palabra «ya no vale».

Y la palabra parece ya no valer cuando encontramos ejemplos de que lo que se acordó y prometió fue para “salir del paso” y sin voluntad de cumplir. ¡Qué actualidad tiene la canción cuando dice “¡Si vieras que triste que esta la Argentina, tiene la mirada de los caminantes que ya no caminan, se muere de pena por tanta mentira, de tanta promesa por nadie cumplida…!”

La palabra parece ya no valer cuando a diario vemos que un reclamo por medios violentos parece tener más efectividad que un pedido realizado por las vías que corresponden y en el marco de le ley.

Palabra que parece no tener valor cuando los conflictos en algunos lugares y sectores parecen no encontrar mecanismos eficientes de prevención, gestión y resolución.

A 205 años de nuestra independencia ¿Qué ejemplos les estamos dando a nuestros jóvenes sobre el valor del diálogo y la escucha? ¿Hacia dónde nos encaminamos? ¿Cuál es nuestro “adelante” común? El diálogo, los consensos, el trabajo y el respeto a la ley nos ayudarán encontrar ese “adelante” común y a tener esperanzas. Pero esta no es una esperanza “mesiánica” sino real, con hechos concretos, de personas concretas.  Esto requiere un verdadero compromiso personal y hacernos cargo de nuestro lugar en el trabajo, en la construcción de los consensos necesarios para salir adelante y en la necesidad del respeto a la ley.

También requiere tomar conciencia que generar espacios de diálogo y consensos implica trabajar activamente para ello aplicando, entre otras, las herramientas que nos proveen la negociación y la mediación y que existen profesionales que se han formado para ello. Es en esta construcción donde está la responsabilidad de quienes trabajamos en promover las herramientas de la mediación, negociación y los procesos de RAD en general.

Luego de dos siglos… ¿Estamos realmente dispuestos a asumir el desafío o nos quedaremos en la queja y el abatimiento? La respuesta depende de cada uno de nosotros.

MAG. DANIEL MARTINEZ ZAMPA

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