Por Dra. NORKA ARELLANO
 Si se parte del hecho de la existencia de muchos adolescentes educados en situaciones de conflicto violento real o probable, en el marco de sus familias y comunidades, que  han vivido con ansiedad, temor, sensación de desesperanza ante el futuro, y sentimiento de impotencia ante unas fuerzas  más allá de su control, aprender a resolver conflictos, de manera asertiva y creativa, no es tarea fácil,  pero desaprender lo aprendido puede formar parte de un proceso de crecimiento personal, aunado a un sentimiento de capacidad y seguridad.
Este proceso de cambio tampoco es sencillo  para los docentes, pero es tiempo de transformaciones, y la educación como  factor constructor de una sociedad más justa, menos violenta, más participativa, con mejores posibilidades de crecimiento, debe dirigir el proceso en y para la provención del conflicto, lo cual supone en primera instancia  descubrir las bases del poder tanto propio como ajeno, aprender a entender que si bien tengo derechos, también tengo deberes y que el otro también es sujeto de derechos. Es decir el camino debe guiarnos hacia la formación de un ciudadano que hace de la convivencia un principio para su vida en sociedad.

 En este sentido, la provención a nivel educativo va a significar poner en marcha un proceso que cree las bases para enfrentar cualquier disputa o divergencia en el momento en que se produzca, mejorando las relaciones entre los sujetos del proceso educativo, partiendo de la necesidad de conocerse con detenimiento, tanto docentes como alumnos, dándole significado a las experiencias personales, estando conscientes de las limitaciones y potencialidades. Para lo cual se requiere un docente, preparado en el manejo de métodos para provenir el  conflicto, como es el caso de la mediación escolar y el uso en el aula  de estrategias socializadoras, enmarcadas en procesos de comunicación efectiva.
 El perfil del educando a formar debe estar ajustado al de una persona con capacidad para adaptarse a grandes cambios; autónomo, con espíritu cooperativo, defensor de una pluralidad de valores y de opciones morales y con un pensamiento abierto capaz de comprender la diversidad y complejidad de un mundo que no tiene soluciones fáciles ni causas únicas. Sólo formando ciudadanos de este tipo, podría irse construyendo una sociedad plural y democrática en la que sea posible vivir en paz, en libertad y en la que el respeto a todos sea la nota dominante.
 La provención está relacionada fundamentalmente con educar para conseguir ese perfil requerido, desarrollando capacidades, habilidades y competencias, a través del manejo de estrategias que permitan abordar los conflictos, cuando son sólo contradicciones e inicios de antagonismos.  El reto que plantea lo expuesto se encuadra en la necesidad de aprender a analizar los conflictos y a descubrir su complejidad, utilizando estrategias que  faciliten  determinar  las causas,  efectos e interrelaciones,  y a través de la discusión de ideas, la interacción, la convivencia y el respeto al discenso, poder llegar  a acuerdos.
 En este marco, Cañedo (2003) plantea que la provención, como base de la negociación, mediación o gestión en la resolución no violenta de los conflictos, permite la construcción de grupos con ambientes adecuados que favorecen el conocimiento, la afirmación y la confianza necesarios para desarrollar una comunicación efectiva y eficiente, que a su vez  facilite  la participación y no  la aceptación pasiva. En tal sentido, es muy importante que el docente  construya la relación con el alumno, donde se considere más al otro, partiendo de la necesidad básica de  todo ser humano de ser aceptado, integrado, respetado, en cuanto a sus valores, identidad y diversidad.
 Es importante recalcar la imposibilidad de cualquier iniciativa educativa para eliminar los conflictos, por naturaleza, forman parte de todo proceso donde interaccione el ser humano. Pero las escuelas pueden ayudar a los jóvenes a aprender a elegir entre diferentes maneras de reaccionar ante un conflicto; desarrollando en ellos habilidades de resolución de problemas, los cuales les permitan considerar el conflicto no como una crisis sino como una ocasión de cambio creativo. Ante todo, pueden aprender a utilizar esas habilidades con los conflictos que forman parte de sus vidas cotidianas en la escuela.
 Entonces se puede reflexionar acerca de cómo esta aproximación a la resolución de problemas podría aplicarse a los conflictos que se generan a nivel de la sociedad y que los jóvenes, cómo constructores del futuro deberán afrontar.

Dra. Norka Arellano
CI V. 4014899

 

Sígamos en las redes

Comentarios

comments

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Le parece interesante este artículo? ¡Compártalo en sus redes!