Por DANIEL F. MARTINEZ ZAMPA.
En una columna publicada en Diario Norte hace ya tiempo titulada “Apagar incendios “ el Sr. Eduardo López se refería a los conflictos públicos en nuestra provincia y las dificultades y costos de enfrentarlos en forma rápida o no anticiparse a los mismos buscando soluciones.
Existe una ilusión que “los conflictos se resolverán solos con el tiempo”, pero la realidad es que en la mayoría de los casos se produce el fenómeno de la escalada, la proliferación y el contagio que “sorprende” a quienes tienen facultades de decisión en los diferentes ámbitos.
Hablamos de escalada cuando los actores utilizan cada vez más recursos en el conflicto, de proliferación cuando se pasa de temas puntuales a temas generales y de contagio cuando el conflicto comienza en un sector y se traslada a otro.
Otra dificultad que se observa es tomar conciencia de los conflictos, en general los “vemos” cuando han recorrido un largo camino y escalado, por lo que, soluciones que en su momento podrían haber sido posibles ya no son posibles.
Podemos recurrir a la comparación con una pequeña infección a la que no se le da importancia hasta que ha tomado parte importante del cuerpo y , lo que podría solucionarse con una simple limpieza de la zona infectada con posterioridad requiere un tratamiento más costoso con antibióticos o quirúrgico.
Aunque muchas veces quienes tienen poder de decisión se “sorprenden” por el curso que toman los acontecimientos, los conflictos en general, y los públicos en particular poseen una secuencia que está estudiada y explicitada por los especialistas, por lo que es posible predecir el curso de los mismos.
Es así como Susan L. Carpenter y W.J. Kennedy en su libro “Managing Public Disputes” (Gestión de conflictos públicos), Ed. Jossey Bass describen la siguiente secuencia del conflicto público:
1) El problema emerge: Cuando un anuncio público o privado indica que se realizará algo que puede influir en la comunidad surge la curiosidad natural de un grupo por saber más, o cuando existe un malestar surge un reclamo. Cuando los ciudadanos tratan de obtener más información o formulan un reclamo y no reciben una respuesta satisfactoria o sienten que no son escuchados aumenta el malestar.
2) Cuando ese malestar aumenta o no se recibe respuesta se busca el apoyo de otros grupos formándose bandos.
3) A medida que el conflicto transcurre las posiciones se endurecen.
4) Se detiene la comunicación. La falta de intercambio de información, malos entendidos, la frustración en la gente y el enojo, la intolerancia, la falta de escucha lleva a la que se “corte” la comunicación.
5) Se procuran y utilizan nuevos recursos (el conflicto escala) y se deja de lado a los miembros “moderados”, buscándose a militantes que utilicen recursos para aumentar los costos del conflicto.
6) El conflicto sale fuera de la comunidad, buscándose apoyos en figuras políticas u organizaciones de otros ámbitos (locales y nacionales) , se forman coaliciones con otros grupos entremezclándose los reclamos con los intereses de los nuevos grupos. Comienza el intercambio de amenazas, luego las amenazas se transforman en cuestiones de conflictos.
7) Llegado a este punto se distorsionan las percepciones , las partes pierden objetividad en sus percepciones sobre el carácter y motivos de los adversarios, que los podemos definir en frases como “nuestra parte es honesta, tenemos fines nobles, los otros son los deshonestos, etc….” En este punto los “neutrales” del grupo son vistos como “enemigos” . No se permiten a las personas “moderadas”.
8) Emerge el sentido de crisis. La comunidad se divide, hay pocas esperanzas de resolver la disputa original, la prensa se centra en las diferencias y a través de ella se realizan las acusaciones y las respuestas. Las partes están dispuestas a asumir mayores costos que antes hubieran parecido como irrazonables, las metas se transforman en “ganar” a toda costa, se utiliza la intimidación, las amenazas, las formas destructivas de poder , las venganzas…
Analizando los conflictos que hoy afectan a nuestra sociedad (tanto provincial como nacional) podemos ver que los mismos han seguido este patrón que los especialistas han estudiado y consideran posible predecir.
Tener en cuenta los estudios realizados nos permitiría tomar a tiempo muchos conflictos que comienzan con un problema que puede ser resuelto fácilmente pero crecen lejos de la solución si no son tratados a tiempo. También sería posible predecir qué es lo que ocurrirá si no es gestionado a tiempo y diseñar estrategias que permitan abordarlos de la manera más adecuada, para luego no verse “sorprendidos” por las consecuencias y por sus costos, muchas veces pagados por la comunidad toda.
Pero para ello se requiere establecer una verdadera política pública en Prevención y gestión de conflictos, que contemple la formación de quienes tienen facultades de decisión en los diferentes ámbitos en estos temas y la creación espacios legitimados para la construcción de los consensos – entre ellos la mediación y la facilitación- tan necesarios en estos momentos. Desde diversos encuentros nacionales e internacionales en los que he tenido la posibilidad de participar se viene bregando por el trabajo en estas líneas.
Así como muchos incendios pueden prevenirse, también es posible generar una política de prevención y gestión de los conflictos en general y los públicos en particular para que estos no escalen a niveles peligrosamente destructivos y las partes logren satisfacer sus necesidades. Para ello, tal como se sostiene en la columna de NORTE el Sr. Eduardo López se requiere entender que “produce mucho menos desgaste y contribuye a estar en armonía estar atentos y anticiparse a los acontecimientos para no tener que salir a apagar incendios”. Debemos tener presente el sabio refrán: “más vale prevenir que curar”.
Artículo publicado en Diario Norte- Chaco. Año 2008.
El autor es Abogado- Mediador-
Magister en Adm. Y Resolución de Conflictos.
WEB. www.todosobremediacion.com.ar