Por: Rafael Juarbe Pagán
MEDIADOR DE CONFLICTOS. PUERTO RICO CONTACTO: rafaeljuarbepagan@gmail.com

La comunicación es fundamental para las relaciones humanas. La forma en que nos relacionamos con los demás, la manera en que expresamos nuestros sentimientos y pensamientos o la manera en que abordamos un conflicto pueden marcar una diferencia significativa en el resultado. Por lo tanto, debemos prestar atención a cómo nos comunicamos y, en específico, a cómo utilizamos el lenguaje en la comunicación. Para ello, es clave contar con elementos que hagan de la comunicación un proceso eficiente y respetuoso. En este escrito nos enfocamos en analizar la higiene del lenguaje como un elemento para manejar conflictos. Definiremos los principales conceptos y ofreceremos algunas técnicas y consejos prácticos que pueden mejorar la forma en que nos comunicamos en situaciones difíciles. 

La higiene del lenguaje es un conjunto de técnicas y medidas que se utilizan para comunicarse de forma clara, efectiva y respetuosa. Se trata de un proceso que involucra la elección cuidadosa de las palabras, la entonación y el tono, la velocidad y el ritmo de la voz, así como la elección de la forma adecuada para emitir un mensaje. El objetivo es lograr que la comunicación sea más efectiva, reducir los malentendidos y prevenir los conflictos que pueden surgir en el proceso comunicativo. La higiene del lenguaje es fundamental para la promoción del diálogo constructivo y para la construcción de relaciones saludables y efectivas.

Como menciona el psicólogo y profesor de la Universidad de Stanford, Dr. Marshall B. Rosenberg: «El lenguaje que hablamos […] influye en la forma en que pensamos, sentimos y nos comportamos. La forma en que utilizamos el lenguaje puede permitirnos conectar con las necesidades, pensamientos y sentimientos de los demás, o puede separarnos de ellos.» 

La expresión de nuestras emociones y pensamientos puede ser un desafío en ciertas situaciones de conflicto, ya que a menudo las emociones se disparan y podemos perder el control de nuestra comunicación. Es fácil caer en la tentación de utilizar lenguaje agresivo o imperativo para intentar controlar la situación, pero esto puede provocar una respuesta defensiva en la otra persona y empeorar aún más la situación. Por esta razón, la higiene del lenguaje es crucial en la resolución de conflictos, ya que nos permite expresarnos de forma clara y respetuosa, e incluso, puede hacer que la otra persona se sienta más abierta a escucharnos y entender nuestras necesidades. Un lenguaje adecuado puede ayudar a la otra persona a sentirse cómoda con nuestra comunicación y posiblemente, a encontrar soluciones juntos. 

Si bien es cierto que la higiene del lenguaje no garantiza soluciones inmediatas a un conflicto, su implementación puede ser un factor determinante para mejorar nuestra comunicación y avanzar hacia la resolución del problema. Además, la higiene del lenguaje nos permite transmitir nuestras necesidades sin despertar reacciones defensivas en la otra persona. Una comunicación efectiva y respetuosa puede hacer que la otra persona se sienta escuchada y comprendida, lo cual puede ser un paso importante para avanzar hacia una solución satisfecha para ambas partes.

La clave para lograr una comunicación más efectiva en situaciones de conflicto es mantener la calma, elegir nuestras palabras cuidadosamente y estar dispuestos a escuchar las necesidades y preocupaciones de la otra persona. Cuando abordamos un conflicto con un lenguaje adecuado, mostramos que estamos dispuestos a resolver el problema de manera cooperativa, en lugar de tratar de ganar una discusión y demostrar quién tiene razón. 

A continuación, presento algunas técnicas y consejos que se pueden utilizar para mejorar la higiene del lenguaje en situaciones de conflicto: 

1. Utilizar un lenguaje asertivo:

La asertividad consiste en expresar nuestras necesidades y sentimientos de forma clara y directa, sin que esto implique ser agresivos o impositivos. Al utilizar un lenguaje asertivo, nos permitimos expresar lo que necesitamos sin culpar a la otra persona, lo cual puede disminuir la posibilidad de una reacción defensiva. 

2. Evitar utilizar adjetivos que puedan ser interpretados como juicios:

Lo importante es centrarse en los hechos y en nuestras necesidades, más que en emitir juicios o valoraciones negativas sobre la otra persona. Al mencionar los hechos objetivos de la situación y expresar nuestras necesidades con claridad, podemos evitar generar una reacción defensiva en la otra persona.

3. Preguntar acerca de las necesidades de la otra persona:

Otra técnica efectiva para mejorar la comunicación en situaciones de conflicto es hacer preguntas abiertas que nos ayuden a entender mejor los deseos y necesidades de la otra persona. De esta forma, podemos mostrar interés genuino en sus necesidades y preocupaciones, evitando que la situación se torne en una competencia de quién tiene la razón.

4. Escuchar activamente:

Escuchar activamente significa prestar atención a lo que la otra persona está diciendo, sin quedar atrapados en nuestros propios pensamientos e ideas preconcebidas. Al escuchar activamente, podemos evitar caer en malos entendidos y malinterpretaciones que pueden empeorar la situación.

5. Verbalizar nuestras emociones:

En ocasiones, puede ser útil verbalizar nuestras emociones para mostrarnos más vulnerables y humanos. Siempre que lo hagamos de manera respetuosa, esto puede generar empatía y mejorar la conexión con la otra persona.

Estas son algunas técnicas que se pueden utilizar para mejorar la eficiencia en situaciones de conflicto. Por supuesto, cuede haber muchas otras, pero lo importante es entender que el diálogo constructivo requiere la elección cuidadosa del lenguaje y el compromiso para escuchar y respetar las necesidades de ambos involucrados en el conflicto.

Imaginemos que tienes un conflicto con un miembro de tu familia, digamos tu hermano o hermana. Hay una situación que les ha afectado a ambos, quizás se trata de una decisión importante que afecta a toda la familia y en la que no logran ponerse de acuerdo. Por ejemplo, puede ser que tú desees mudarte a otra ciudad y tu hermano quiere que te quedes para cuidar a tus padres enfermos y necesitados.

En lugar de decirle a tu hermano algo como: «¡Deja de ser tan egoísta y pensar solo en ti mismo!», que es un lenguaje más agresivo, podrías intentar usar un lenguaje más asertivo y respetuoso en el que expresas tus necesidades y preocupaciones. Podrías decir algo como: «Comprendo que te preocupan nuestros padres y aprecio tu dedicación hacia ellos, pero también tengo mis propias preocupaciones y necesidades, y mudarme a otra ciudad sería muy importante para mí. ¿Podemos hablar en detalle para buscar soluciones juntos?«

Con este enfoque, estás expresando tus necesidades y escuchando las preocupaciones de tu hermano, lo que ayuda a promover un diálogo más efectivo y constructivo. También estás evitando ejercer presión sobre la otra persona y centrándote en encontrar soluciones juntos.

Es importante recordar que la comunicación saludable en un conflicto familiar puede ser un poco más complicada que en otros ámbitos, debido a la fuerte conexión emocional que se tiene con los miembros de la familia. Sin embargo, al aplicar algunas técnicas y consejos adecuados, podemos lograr un acuerdo que sea beneficioso para ambas partes, sin generar conflictos mayores.

En resumen, la higiene del lenguaje es clave para una comunicación efectiva y saludable. La manera en que elegimos nuestras palabras y cómo las expresamos puede tener un gran impacto en nuestras relaciones interpersonales y en la sociedad en general. La asertividad, la empatía y la capacidad de escuchar activamente son herramientas que nos permiten mantener un diálogo respetuoso y constructivo. Al practicar la higiene del lenguaje, podemos mejorar nuestras relaciones y fomentar una cultura de respeto y tolerancia. Por lo tanto, es importante que todos seamos conscientes de cómo hablamos y cómo nos comunicamos para poder lograr 

una sociedad más saludable y efectiva.

Fuentes:

Blanco Prieto, J.L. (2011). Higiene del lenguaje: cómo mejorar la comunicación en la empresa. Madrid: McGraw-Hill.

García Galera, M.C. (2013). La importancia de la higiene del lenguaje en la comunicación interpersonal. Revista de Psicología Social, 28(2), 205-211.

Martínez Sánchez, A.M. (2009). La higiene del lenguaje en la comunicación empresarial. Anales de Psicología, 25(1), 152-162.

Peralbo Ruiz, Á. (2017). Las palabras que curan: cómo la higiene del lenguaje puede mejorar nuestras relaciones personales. Barcelona: Plataforma Actual.

Pineda Garza, M. (2014). La higiene del lenguaje: una herramienta para la prevención de la violencia. Revista Internacional de Investigación en Ciencias Sociales, 10(2), 163-178.

Rosenberg, M.B. (2003). El lenguaje que hablamos puede ser una fuente de violencia o una herramienta de paz. Revista de Psicología, 20(1), 89-104.

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