La comunidad autónoma de Madrid hace ya un tiempo ha establecido la “Ley de Autoridad del Profesor”, por el cual se da al profesor el carácter de funcionario público y con ello toda conducta que lo afecte es considerada “atentado contra la autoridad” y habilita hasta penas de prisión, luego otras comunidades autónomas plantearon proyectos similares.
En nuestro país algunas voces se pronuncian en igual sentido, en especial luego que ocurre algún hecho que trasciende a los medios de comunicación algún caso de agresiones de alumnos o padres hacia docentes.
Frente a estos temas surge la pregunta: ¿La autoridad se impone o se construye?
¿Basta con una ley para dar autoridad al profesor o ella debe ser construida desde lo cotidiano por los docentes con el apoyo de las diferentes instancias de la educación?
Tal como lo señalan los especialistas, en nuestras escuelas converge una estructura del siglo XIX, docentes del siglo XX y alumnos del siglo XXI. El sistema educativo sigue estructurado para una realidad que ha cambiado en cuanto a sus fines y a los alumnos, requiriendo renovar las alianzas entre familia, sociedad y escuela.
Frente a la realidad, no se trata de “añorar” viejos tiempos sino de pensar que los tiempos han cambiado y nuestros jóvenes también. Este cambio también lleva a la construcción de un nuevo concepto de “Autoridad” y “respeto”.
La autoridad se construye todos los días y de esto lo saben los docentes que trabajan por construir un vínculo con sus alumnos, escucharlos, plantear estrategias y contenidos que sean significativos para los mismos. Y cuando el docente logra esto recibe el RESPETO y RECONOCIMIENTO de sus alumnos sin necesidad de una ley. Una vez pregunté a unos adolescentes a quién consideraban como buen docente y me dijeron que era aquél docente que “los escuchaba” y “todos los temas que trataban los relacionaba con los que a ellos les estaba pasando”.
Construir la autoridad es tarea diaria de todos, de los docentes y de quienes estamos relacionados con la educación: padres, alumnos, autoridades, sosteniendo apoyando el trabajo docente, no desautorizándolo, revalorizando el diálogo como forma de disentir y construir consensos, dando el ejemplo en el respeto a la ley y aplicación de sanciones ante su violación.
Será tiempo de dejarnos de endilgarnos mutuamente las culpas y pensar la responsabilidad de cada uno en esta construcción y no esperar que por una “imposición” o por una ley aparezca mágicamente.
Esto requiere promover los espacios y herramientas para generar consensos.
Vaya el reconocimiento para todos aquellos docentes que trabajan diariamente por construir la verdadera autoridad desde el aula y deben luchar con la falta de apoyo de las demás instancias en su trabajo.
Si todos tomamos conciencia de nuestra responsabilidad en la construcción de la autoridad, los límites y el respeto seguramente podremos avanzar sin esperar soluciones mágicas que pueden tener algún impacto mediático pero poco efectivo en la realidad.
DANIEL F. MARTINEZ ZAMPA
PROF. EN CIENCIAS JURIDICAS
ABOGADO. MEDIADOR-Conciliador Laboral.
MAGISTER EN ADMINISTRACION Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS.