Por Daniel Martínez Zampa

Es frecuente escuchar que al momento de presentar una experiencia como “exitosa” se la relaciona con el porcentaje de acuerdos obtenidos.

Incluso algunas legislaciones lo receptan al reconocer al mediador un honorario cuando existe un convenio y uno mucho menor cuando el mismo no alcanza.

Idea de mediación exitosa que muchas veces relacionada con el acuerdo.

Sin embargo, en los años de trabajar en talleres y cursos hablando sobre la mediación y su rol algunas personas que han pasado por la misma manifiestan haber sentido que el mediador de alguna manera los “indujo” a cierto acuerdo, o sintieron cierta presión para hacerlo o que lo convenido los perjudicaba o finalmente no se cumplió.

Esto me llevó a pensar ¿Cuándo tiene “éxito” la mediación? ¿Cómo medir la “calidad” de la mediación? ¿De qué es responsable el mediador?  ¿Cómo influye la idea de una mediación “exitosa” en el desempeño del mediador? ¿Cuáles son las ideas que prevalecen sobre el mismo?

Creo que el mediador no es responsable del acuerdo sino de sostener un espacio para que las partes puedan comunicarse, de generar las condiciones para que los actores puedan reconocer, analizar y pensar cómo desean continuar en su conflicto.

En este sentido creo que en relación con las partes el “éxito” está relacionado con algo más “cualitativo” que “cuantitativo”, con las percepciones, lo que esperaban y lo que obtuvieron, con cómo se sintieron en ella, si han podido expresarse, si se han sentido escuchadas, si han podido (más allá del acuerdo) escuchar a la otra parte y si ello le ha servido para poder pensar otros caminos de abordaje. En este sentido algunos de las ideas de revalorización y reconocimiento de la mediación transformativa pueden dar su aporte.  

Recuerdo una mediación donde una parte que al inicio prácticamente no hablaba al finalizar terminó con “acá se escucha a las personas”.

En relación con los mediadores, para avanzar hacia una mediación de calidad los espacios de reflexión, supervisión y relación teoría- práctica son necesarios.

Todavía nos debemos reflexionar más sobre estos temas para pensar la calidad de la mediación.

Recomiendo la compilación de Florencia Brandoni – Hacia Una mediación de Calidad- De Ediciones Paidós (2011) donde se propone pensar: ¿Qué mecanismos pueden instrumentarse para construir, cuidar y mejorar la calidad de la tarea del mediador? ¿Cómo se establecen los estándares de calidad? ¿Quién y cómo se mide la calidad del servicio de mediación y la tarea de los mediadores? Existen múltiples respuestas a estas preguntas, gran parte de las cuales no son excluyentes sino complementarias.

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